A partir de todo lo establecido, queda claro
que nuestra relación con la naturaleza es intrínseca. No podríamos existir sin
ella, sin todos sus recursos y elementos, sin todo lo que la hace tan perfecta,
bella y peligrosa. Como seres racionales, depende de nosotros hacer el esfuerzo
necesario para que todo lo que ella nos brinda siga existiendo en las
condiciones más originales posibles, para que siga siendo fuente de recursos y
de belleza, para que otros seres vivos puedan pervivir al lado nuestro en el
complejo planeta en que vivimos.
Es
importante comprender entonces que el cuidado del Medio Ambiente no sólo nos
permitirá deleitarnos con los paisajes naturales y todo lo que la naturaleza ha
creado en millones de años de evolución, sino que será además una forma de
poder cuidarnos a nosotros mismos, como miembros de dicho ecosistema, como
quienes necesitan de él y deben protegerlo por su propio bienestar, evitando
los desequilibrios que puedan terminar con nuestra supervivencia, que destruyan
la belleza y la armonía de la naturaleza, que dejen marcas imborrables en ella
y pongan en peligro la vida.
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